La Obediencia como Pilar del Sistema: La Jaula Dorada de la Conformidad
Desde los albores de las civilizaciones, el orden ha sido una necesidad primordial. Las sociedades necesitan reglas, jerarquías y estructuras para funcionar. En este contexto, la obediencia se convirtió en una virtud clave, un rasgo deseable que asegura la cohesión y el progreso colectivo. Sin embargo, bajo este ideal de estabilidad subyace un costo que rara vez se discute: la supresión de la diversidad de pensamiento y la creatividad humana.
El sistema premia la obediencia porque es eficiente. Un ciudadano que sigue las reglas, que no cuestiona y que acepta su rol dentro de la maquinaria social es mucho más fácil de manejar. En contraste, los rebeldes, los soñadores y los inconformes representan un desafío; son más difíciles de integrar y, a menudo, se perciben como una amenaza para la estabilidad. Pero ¿qué tan necesaria es realmente esta estabilidad? ¿Y qué precio estamos pagando por ella?
En realidad, no siempre somos premiados, tarde o temprano nos damos cuenta que no existe tal premio. Por ahí por la adolescencia, remarcar o destacar suele ser para muchos (mi caso) marca de importancia. Como un »Trademark» propio de nosotros. Si todos van a la izquierda, debo ir a la derecha. Esto se ve y se describe como rebeldía.
¿Debemos nosotros dictaminar lo que hacemos y pensamos?
Pues bien, si y no, son las respuestas correctas.
Si debemos porque somos integrantes partícipes de la intrincada red de conexiones humanas.
Y no, porque al pensar como unidad a veces olvidamos el conjunto.
Seguiré con esto en la sección de »Puntillismo societal»
La Educación: Un Sistema de Conformidad
El proceso comienza temprano. Desde nuestra infancia, se nos introduce a un sistema educativo que, en lugar de fomentar la exploración y la innovación, prioriza la conformidad y la disciplina. Las escuelas, en su mayoría, están diseñadas como fábricas de obediencia: uniformes, horarios rígidos y un currículo estandarizado que mide el éxito en términos de memorización, no de creatividad.
Frases como «no te salgas de la fila» o «no reinventes la rueda» no son simples consejos bienintencionados; son directrices que refuerzan una mentalidad de obediencia y sumisión. Si bien estas reglas pueden parecer inofensivas, crean un patrón de pensamiento que nos acompaña durante toda la vida. Aprendemos a buscar la aprobación de figuras de autoridad y a evitar riesgos que podrían desafiarnos o hacernos destacar.
Este modelo de educación puede ser efectivo para crear trabajadores eficientes y ciudadanos que respeten las normas, pero también aplasta algo esencial: el espíritu creativo que define nuestra humanidad.
La Eficiencia del Conformismo
Desde una perspectiva funcional, la conformidad tiene sentido. Cuando todos siguen las mismas reglas y trabajan hacia objetivos comunes, las sociedades pueden operar de manera predecible y eficiente. Pero esta eficiencia tiene un límite: la innovación. Los grandes avances de la humanidad —desde la rueda hasta la inteligencia artificial— no fueron logrados por quienes obedecieron ciegamente, sino por aquellos que se atrevieron a cuestionar, soñar y romper las reglas.
Sin embargo, el sistema tiende a desincentivar este tipo de pensamiento. Las estructuras jerárquicas, tanto en las escuelas como en el lugar de trabajo, están diseñadas para proteger el status quo. Esto no es necesariamente una conspiración deliberada; más bien, es un mecanismo natural que garantiza orden y continuidad. Sin embargo, al hacerlo, limita la diversidad de pensamiento y aplasta el potencial creativo que podría llevarnos a nuevos horizontes.
El Peso de la Conformidad en la Vida Adulta
El condicionamiento hacia la obediencia no se detiene en la escuela. A medida que entramos en la adultez, las expectativas sociales y laborales refuerzan estos patrones. Nos dicen que debemos obtener un empleo estable, seguir las reglas de la empresa, y mantenernos en nuestra «carrilera». La seguridad financiera y la estabilidad emocional se presentan como las máximas aspiraciones, mientras que el riesgo, la incertidumbre y la innovación se etiquetan como peligrosos.
Este condicionamiento puede generar una paradoja dolorosa. Por un lado, seguimos las reglas y cumplimos con las expectativas, creyendo que esto nos llevará al éxito y la felicidad. Por otro lado, sentimos una desconexión, un vacío existencial que nos dice que algo falta. Este vacío no es casual; es el resultado de haber priorizado la obediencia sobre la autenticidad y la creatividad.
¿Es la Obediencia Siempre Mala?
Es importante señalar que la obediencia, en sí misma, no es intrínsecamente mala. Las reglas y normas son necesarias para que las comunidades prosperen. Sin ellas, el caos sería inevitable. Sin embargo, el problema surge cuando la obediencia se convierte en una virtud absoluta, sin espacio para el cuestionamiento. Cuando se enseña a las personas que la conformidad es el único camino aceptable, se crea una sociedad rígida, incapaz de adaptarse a los cambios y los desafíos.
La Epistemología: Cuestionando lo Que Creemos Saber
Desde una perspectiva epistemológica, el sistema refuerza lo que Michel Foucault llamaba «regímenes de verdad»: constructos sociales que dictan lo que se considera conocimiento válido. En este contexto, la obediencia no es solo una cuestión de comportamiento, sino también de pensamiento. Se nos enseña a aceptar las verdades oficiales sin cuestionarlas, desde los dogmas científicos hasta las narrativas históricas.
Sin embargo, la epistemología también nos da las herramientas para resistir. Al cuestionar los fundamentos del conocimiento, podemos identificar los sesgos y limitaciones del sistema. Este acto de cuestionamiento es, en sí mismo, un acto de rebelión.
El Espíritu Creativo: Nuestra Única Salvación
El sistema puede ser eficiente, pero nunca será capaz de apagar por completo el espíritu creativo de la humanidad. La creatividad es un impulso intrínseco, una fuerza que surge incluso en los entornos más restrictivos. Es la razón por la que hemos construido catedrales, compuesto sinfonías, y explorado el espacio.
Para quienes desean romper con el molde de la obediencia, la creatividad es la clave. Esto no significa rechazar todas las normas, sino usarlas como herramientas para construir algo nuevo. La verdadera innovación ocurre cuando combinamos la estructura del sistema con la libertad de la imaginación.
Un Llamado a la Reflexión
Entonces, ¿qué podemos hacer frente a un sistema que premia la obediencia y desincentiva el pensamiento crítico? La respuesta comienza con la conciencia. Al reconocer los patrones que nos han condicionado, podemos empezar a desmantelarlos.
Pregúntate: ¿Cuánto de lo que haces es realmente una elección consciente? ¿Cuánto es simplemente el resultado de seguir las reglas que alguien más estableció? Estas preguntas no son fáciles de responder, pero son esenciales para recuperar nuestra autonomía.
Conclusión: La Obediencia no es el Destino
La obediencia puede ser una herramienta útil, pero nunca debe ser nuestro destino. Somos más que piezas funcionales en una máquina; somos seres creativos con la capacidad de imaginar y construir un mundo mejor. Para lograrlo, debemos aprender a equilibrar la necesidad de orden con la importancia de la libertad. Debemos atrevernos a cuestionar, soñar y, sobre todo, crear.
El sistema puede querer que sigamos sus reglas, pero la verdadera grandeza reside en aquellos que tienen el coraje de escribir las suyas propias. La pregunta es: ¿serás tú uno de ellos?
¿Es obedecer, someterse a una idea de un deber ajeno?
Obedecer pertenece al mundo ajeno?
¿Donde cabe nuestra manera de sentir y donde nuestra manera de expresarnos?
¿Estamos inmersos en un mar de inhospitalidad o en una niebla de vacío?
Deberíamos poder hacer que nuestra vida parezca un jardín florido, no un arbusto afectado por un largo invierno.
Cuántas veces he escuchado a mis compañeros de trabajo quejarse de sus infortunios al comenzar el dia, o su semana.
¿Que hicieron el fin de semana?
¿Como estan?
¿Cómo se sienten?
¿Que han hecho de positivo?
Y las respuestas suelen ser siempre: nada, bien, ahi, lo mismo de siempre…
Casi monosilabos, cuando alguien me pregunta, tengo tanto que decir que podra escribir un libro!
Talvez, por eso estoy haciendo esto.
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